Tras las huellas de la ciencia

Pude haber sido un sujeto ocioso y sin destino, alguien que se embarca de manera subrepticia y no asoma la cabeza por ningún lado, alguien que no duda en estirar las reglas para satisfacer su curiosidad pero nunca comparte. Fui un clandestino que hasta en ocasiones tenía la suerte de comer del mismo plato que su prójimo, en world class traveller con un trébol de cuatro hojas en la mano. Entonces algo sucedió en el camino. Me di cuenta de que yo, un diletante, podía despertar la curiosidad de otros, todos ellos mujeres y hombres que han establecido cruces entre la imaginación científica y la invención en el arte. Me convertí en un polizón que, al tratar de cultivar su pequeña parcela neuronal, buscó pulir el tiempo junto con aquellos que traducen la realidad de la manera más significativa para los humanos y las especies que dependen de nosotros. Un vínculo inédito entre el arte y el conocimiento científico.