Pablo y Virginia

La Isla de Francia, donde tiene lugar la historia de Pablo y Virginia, es hoy la pequeña nación independiente de Mauricio, miembro de la Comunidad Británica de Naciones. Situada en el océano Indico, al oriente de Madagascar, en el archipiélago de las Mascareñas, Port-Louis, su capital, cuenta hoy con casi ciento cincuenta mil habitantes. Es pues uno de los países con mayor densidad de población. En el siglo XVIII, sin embargo, conservaba todavía muchos rincones solitarios y la belleza paradisíaca de sus paisajes naturales. A ella fue en 1768 Bernardin de Saint-Pierre. Permaneció allí más de dos años, al cabo de los cuales volvió a Francia y publicó un libro de viajes sobre la isla que constituye el precedente más importante para la famosa novela que escribiría poco después. Cuando llegó Saint-Pierre a la isla, acababa de ser devuelta por la Compañía de las Indias Orientales, a la que había sido concedida por el rey de Francia en 1722. Es posible que el relato de Bernardin haya estado envuelto en una corriente de renovado interés en las colonias. Años antes había estado en la Martinica. Descubierta por los portugueses, colonizada después por los holandeses, fue a la cabo arrebatada en 1810 a los franceses por las tropas inglesas; después colonia británica hasta 1968, año en que logró su independencia. En la época en que fue visitada por Bernardin de Saint-Pierre sus habitantes eran principalmente negros africanos provenientes de Madagascar y de Mozambique, hindúes, criollos y colonos europeos. En la actualidad, la población mayoritaria de Mauricio es india, descendiente de los trabajadores que fueron llevados allá al abolirse la esclavitud en 1834. El idilio de Pablo y Virginia, situado hacia 1726-1747, se desarrolla, por tanto, sobre un fondo de paisajes exóticos, tropicales, y de una sociedad colonial que no es siempre bien vista por el escritor, como en el caso del hacendado que maltrata a su esclava negra.