LOS ALREDEDORES DE SOR JUANA

A poco más de tres siglos de su muerte (ocurrida el domingo 17 de abril de 1695 a las cuatro de la mañana, Domingo del Buen Pastor, cuando asistía a sus hermanas apestadas del convento de San Jerónimo, en la Ciudad de México), Sor Juana Inés de la Cruz sigue siendo un misterio. Un misterio de luz; gozoso y desbordante. Todo en ella parece desmesurado y digno de polémica. Ni siquiera hay constancia documental válida de la fecha de su nacimiento, aunque todo parece indicar que fue en noviembre de 1648 y no en el mismo mes de 1651, como hasta hace relativamente poco tiempo se manejaba entre los estudiosos de esta poetisa y monja mexicana. La exhumación de documentos familiares y actas de bautizos llevada a cabo por una ingente cantidad de amantes de su obra demuestra, a las claras, el interés que existe desde muchas disciplinas por Sor Juana. Sin embargo, poco se ha hecho por rescatar y anotar a la Sor Juana religiosa, o si se prefiere, a la Sor Juana monja católica, primero postulante en el convento de las Carmelitas Descalzas (Santa Teresa La Antigua) y, más tarde, hermana de las hijas de San Jerónimo, en el convento de Santa Paula.