El animal sobre la piedra

El animal sobre la piedra o La fábula del huevo son la misma novela. Tuve esos títulos y decidí que el primero era más enigmático y quizá lírico, porque el segundo podría relacionarse con algún episodio en la cocina, a la hora del desayuno. El libro puede leerse de una sentada, según me han dicho. Así que si el lector se levanta más o menos temprano, desayuna y luego lo lee, quedará libre para el mediodía y podrá aprovechar el resto del sábado o el domingo. Es posible que le dé hambre mientras tanto e, incluso, que quiera comer carne roja porque la protagonista va al supermercado y compra carne. También es posible que sienta deseos de comer insectos. Nada de esto importa, de cualquier manera. Si el lector quiere escapar que lo haga, está en su derecho. La primera línea le avisará lo que podrá encontrar más adelante. “Mi casa fue el territorio de un suceso extraordinario”.