Diálogos poéticos con Dios

Tienes, lector, en tus manos, un volumen que debe incluirse en el registro de la más elevada poesía mística mexicana; que nos revela en su autora a una mujer poseída por un amor sublime que la envuelve por completo, alejándola de toda terrenal pasión. Estos sonetos, concebidos con las reglas más exigentes, pretenden el encuentro con el infinito, con lo inmaterial, donde naufraga toda trivialidad mundana y nos aproxima a una presencia que promueve la beatitud del espíritu. La autora gusta de epigrafiar sus poemas con fragmentos filosóficos de autores disímbolos, pero inmersos todos en el clima espiritual que envuelve la totalidad de la obra, y si es mérito saber escoger los pensamientos afines a lo que nos preocupa, un mérito infinitamente más sorprendente es conseguir que la hebra de oro que hilvana todos los poemas concebidos en variados estilos, entre los que predomina el soneto, rey y señor de la poesía, no se rompa ni adelgace en toda su diáfana trayectoria. Pero lo que más llama la atención es comprobar que una obra que se antoja concebida y dada a luz por alguien que ya escanció, tanto las mieles como el acíbar que todo transitar por la vida conlleva, después de apurar el néctar de incontables triunfos, sea en realidad un fruto increíble en quien lleva aún en sus sandalias el polvo dorado de la primera juventud. Diálogos poéticos con Dios busca como destinatarios a aquellos que no han sucumbido por completo a las preocupaciones materiales y banales que imperan en esta época impía; es decir, aquellos que aún mirar al cielo esperando una respuesta, que saben escuchar en el silencio los murmullos del Creador. Martha Chávez Padrón comparte con el lector estos sonetos, que se figuran epístolas íntimas, apologías de la espiritualidad, inspirados por el vigor de su mocedad, época aquella de la vida en la que el mundo se nos revela apenas con todos sus misterios, en la que nos presentamos vírgenes, incólumes al tiempo que todo lo corroe, ante las maravillas del Señor.