Star Wars en Tenochtitlán

Los cuentos de Eber Betanzos siempre dan la impresión de ser partes de un mosaico más grande. Fiel a su visión holística de las artes y del mundo en general, ha desarrollado una herramienta muy particular, lo que podríamos llamar estampas maximalistas. Depende de la interpretación que le demos como lector: cada colección de cuentos puede ser una sola historia, donde el hilo narrativo es el descubrimiento del personaje a través de su relación con los otros, o esferas individuales que encierran un vistazo al mundo interior de los enamorados. Pero hay otra dimensión de flujo constante en los textos, y quizás sea la más interesante. Betanzos se rehúsa a separar la alta cultura y la cultura popular en compartimentos distintos. Esta democratización de la realidad se la restriega en la cara a los personajes, que se ven obligados a asimilar lujos con albures, paisajes con prejuicios y personajes de Star Wars con tratados de ajedrez. Esta plétora de sujetos y objetos, de intencionalidad equívoca y gusto antagónico hacen que la lectura sea más parecida a una novela maximalista. Los exponentes de esa tradición, como no podían escapar a su época, fabricaron obras que aspiran a contener, por completo, la época que relataban; por eso importa tanto el personaje como lo que come, lo que leyó un día antes, el aroma de la mesa de al lado donde está la chica inesperada, la canción que suena en el taxi rumbo a su departamento. Porque todo eso es lo que construye instantes irrepetibles, y eso es un cuento.