Nuestros amados viajeros

Muchos de nosotros, los adultos, nos sentimos fatigados de soportar una enfermedad prolongada e irremediable y la mayoría haríamos una petición similar: "Quiero en la sombra entrar. Tengo una inmensa necesidad de olvido..." Entre los ancianos cercanos la agonía, se repite el mismo pensamiento: "Bienvenida la llegada de La Noche después de mi largo viaje por La Vida..." Claro que casi ninguno de nosotros se atreve a decírselo a la familia. ¿Cómo tendríamos el valor cuando vemos a la persona que más amamos sufrir y luchar porque sigamos vivos? ¿Y qué enfermo tendría la sangre fría de decirle a la familia: "Ya me cansé... ya quiero ver a los que se me adelantaron en su viaje hacia nuestro verdadero hogar, y sentir la mirada amorosa de Dios, mi Padre y Creador. Los casi deudos, hacemos hasta lo imposible para no dejar que nuestro ser amado se vaya (físicamente) y no tomamos en consideración ni los dolores que ha sufrido ni su cansancio, ni el hecho verdadero de que su amor no nos abandonará nunca.