LOS CODIGOS NEGROS DE LA AMERICA ESPAÑOLA

La trata de negros transatlántica ha sido calificada recientemente por un historiador francés como "la tragedia más gigantesca de la historia humana por su magnitud y por su duración" (1).Dos interrogantes de suma importancia permanecen aún sin respuesta en relación con la extensión de esta tragedia. En primer lugar; el sorprendente silencio en torno a un acontecimiento que costó, a lo largo de siglos, la vida de varias decenas de millones de hombres y mujeres los más fuertes y vigorosos del continente africano. Es cierto que desde el principio, intelectuales, investigadores y filósofos, muchas veces en la más absoluta soledad, manifestaron públicamente sus protestas, preguntándose sobre las causas profundas del problema o, simplemente, intentaron comprenderlo. Este silencio se hace extensivo a los europeos que perpetraron la trata, a sus cómplices africanos y a las oligarquías de América y de las Antillas que de ella se beneficiaron. Pero el silencio más significativo, porque es este silencio el que alimenta la memoria, es el de los historiadores. En los libros de historia de la inmensa mayoría de los países del mundo la trata de esclavos es, simplemente ignorada o, en el mejor de los casos, apenas mencionada, como un aspecto secundario de las relaciones entre Europa y Africa.La duración, la magnitud y el carácter inhumano de la trata de negros pone de relieve otra cuestión más inquietante. No es tanto el silencio de las conciencias como la aceptación y , peor aún, la legitimación del comercio de seres humanos por parte de las élites intelectuales, morales y políticas de la Europa de la época. En este contexto, la existencia de los "Códigos Negros" constituye una sombra inmensa sobre lo que se ha llamado la Europa de las Luces. Para los poderes dominantes de la época se trata simplemente de organizar con orden y disciplina, mediante un racionalismo jurídico impecable, el comercio de los esclavos para el mayor beneficio de todos los explotadores implicados. Estos "códigos", sirviéndose de una normativa implacable, reflejan la conciencia moral de la época. Los principios, reglas y procedimientos meticulosamente elaborados por los juristas, expresan, en términos legales, la escala de los valores humanos de las sociedades afectadas.La redacción de estos códigos no constituye, en absoluto, un hecho aislado o un accidente pasajero sino una práctica quasi-sistemática de los países más activos en la trata de negros transatlántica. Estos textos infamantes han escapado, curiosamente, durante largo tiempo a la sagacidad intelectual y a la reflexión crítica de los historiadores e investigadores. La lectura, aquí y ahora, de estos documentos y sobre todo la toma de conciencia de su significado moral explica el hecho de que la defensa de los derechos del hombre es también una cuestión de memoria. Es el olvido histórico, científico y ético sobre grandes dramas, como la esclavitud lo que, en cierto modo, explica la perpetuación en el tiempo y el espacio de estos actos de extrema violencia. En este sentido, la persistencia de las violaciones masivas de los derechos humanos puede ser considerada también como un fracaso de la historia, de su interpretación y de su enseñanza.