Lope de Vega sus amores y sus odios y otros estudios

Don Francisco A. de Icaza fue mi maestro y mi amigo. De él recibí buenas lecciones sobre el arte literario y por él sentí verdadero afecto. Por esto quiero que este breve prólogo -reseña de su vida y de su obra- sea también tributo a su memoria y a su calidad de escritor. Más me mueve a rendirle homenaje, el olvido casi general en que hoy se le tiene, pues salvo unos cuantos literatos que le recuerdan con admiración, la mayoría lo ignora o no lo estima como es debido. Mayor consideración le guardan en el extranjero, particularmente en España, donde se reconoce plenamente su valía. Pero, a decir verdad, de este olvido mi propio amigo tuvo buena culpa, porque su producción literaria sólo llegó a pequeñísimos grupos. Don Francisco costeaba la edición de sus libros; unos ejemplares los dedicaba a sus colegas y el resto se perdía por ahí o iba a parar a manos de bibliófilos, y ya se sabe que un bibliófilo es como el clásico perrito del hortelano. Así hoy, poco menos de medio siglo después de su muerte, es casi imposible hallar ninguno de sus libros. Todos los que tengo, él me los regaló.