La mujer dormida debe dar a luz

La mujer dormida debe dar a luz está a medio camino entre la novela de aventuras, la policiaca, la de formación y la novela en clave, es decir, aquella en que la ficción tiene visos de realidad. Recreando la ciudad de México de finales de los años cincuenta y sesenta, la narración refiere el revuelto ambiente social en que los jóvenes universitarios comienzan a tomar el control de sus vidas y a abrigar el sueño dorado de cambiar el país, en conformidad con el espíritu democrático que se mantenía en el mundo. Ideales con los que comulga el protagonista y de los que abdica cuando conoce a un misterioso coronel alemán, excombatiente de la segunda guerra mundial, quien a través de sus memorias personales e ideas filosóficas lo guía en el aprendizaje del pasado y del presente como un estudio de la evolución integral de la especie humana, el cual se arraiga en profundas tradiciones místicas que lo llevan a emprender un viaje de finalidad introspectiva al Tíbet a fin de ayudar a que tenga lugar la rebelión nacional y a salvar la vida del dalái lama. Entre los conocimientos adquiridos en el país de las nieves eternas, destacan el de que el género humano ha pasado por diferentes edades históricas y el de que la más importante, la del predominio de la razón, está por dar comienzo. Pero ¿cuál será la civilización que dé inicio al próximo ciclo? Pareciera que México tiene tal posibilidad trascendental, pero antes se debe tener certeza de que hemos alcanzado un estado de conciencia superior mediante la síntesis y la revaloración de las culturas —en especial, las autóctonas— que nos precedieron. ¿Podremos cumplir con esta misión crucial? El autor escribió este libro para la generación, actual o venidera, que será responsable de que llegue la época de la inteligencia racional, en la cual se revelará la verdadera humanidad —aquella que ha abandonado la espiritualidad primitiva— y en la cual todos los pensamientos individuales serán expresiones de un solo espíritu en la Tierra.