Identidades Volumen 1 Número 5 San Judas Tadeo

En México, el culto a los santos y vírgenes fue esencial en la evangelización y formación de las estructuras mentales y de las prácticas cotidianas desde la llegada de los españoles en el Siglo XVI. En el contexto de los pueblos indios, su culto se sobrepuso a una tradición religiosa politeísta; y en las ciudades españolas se construyó una versión particular del cristianismo entre los grupos de mestizos y blancos.   En los siglos posteriores se presentaron diversos fenómenos de culto y una literatura alrededor de personas que correspondían a los modelos de santidad. Se difundieron las virtudes de los santos y vírgenes locales y europeos por medios impresos: imágenes, pinturas, novenas o guías de oración y representaciones teatrales. Esta devoción fue avalada en el siglo XVI por el Concilio de Trento, y se presentó como respuesta al Protestantismo, que proponía una sociedad sin sacramentos y sacerdocio, en la que todos los individuos debían llegar a la perfección.   Para la teología católica, los san-tos son los cristianos que por haber llevado una vida llena de virtudes y sacrificios, la Iglesia los canonizó y constituyó como modelos de conducta e intercesores ante Dios.