ESENCIA DEL FOLKLORE DE YUCATAN

En América, pura el estudio del folklore, hay que dar preferente atención al componente indígena. Abundan trabajos de folkloristas americanos donde se analizan formas propias de esa cultura, ya se trate de canciones, danzas y música, composiciones literarias y plásticas, tallados y objetos de vida diaria. Se encuentra el folklorista en nuestro caso con una mezcla de elementos aborígenes e hispánicos. Y es necesario dilucidar con justeza la medida del aporte indio y las que provienen de la Colonia. Igual interés hay en Yucatán por las sobrevivencias mayas, que por las supersticiones de los blancos y los efectos mestizos. Probablemente el folklore, en la mayoría de sus facetas artísticas, tenga un origen religioso. Sequías, huracanes, pestes, fueron incorporados a la potencia esotérica de seres fantásticos, poseedores de poderes mágicos y sobrenaturales. Así surgieron lo mismo entre los mayas que entre los antepasados de sus conquistadores, los españoles, las fiestas de acción de gracia al sol y al fuego, a la luna y a la lluvia, especialmente, actos iniciales de posteriores y complicadas liturgias. El hecho de que la vieja liturgia maya, desplazada por el pujante y vencedor ceremonial del cristianismo, no se haya conservado sino en mínimos detalles, es prueba de la violencia con que fueron hostigados y destruidos los viejos misterios del paganismo aborigen. De todas maneras el cristianismo para tomar arraigo popular tuvo la imperiosa necesidad de usar y adaptar los modos de las viejas liturgias, condicionando sus ceremonias al sentido mágico de nuestros ancestros indios, omitiendo algunos sacrificios sangrientos pero comunicándose expresiones más a tono con la idiosincracia nativa. De allí arrancan otros aspectos de nuestro folklore ya desdibujado en las fiestas religiosas de los pueblos del inferior del Estado, hoy cada día más profanas.