El decálogo del vendedor exitoso

El refranero popular alberga más sabiduría de la que podemos imaginar. No es casual que éste se haya conformado de generación en generación y que sus dictados, por ambiguos que sean, hayan recogido la jerigonza de personas de las que no conservamos memoria. En mayor o menor medida, todas o casi todas las áreas de injerencia humana han retomado los vocablos, frases, pensamientos que ahí se encuentran. En particular, la economía, los negocios, los comercios electrónicos o de cemento y ladrillos disponen, en cierta medida, de un modo de comunicar ideas que trasciende las inevitables barreras de las instituciones. Los seres humanos siempre han encontrado maneras de expresar lo que a veces parece inexpresable. La frialdad de los empresarios, el cambio en la forma habitual de comerciar y la dependencia casi religiosa hacia IQS medios electrónicos, ha provocado que la atención de las empresas se haya centrado justo en aquello que no es humano: chips, máquinas, aplicaciones Internet, correo electrónico, computadoras, teléfonos, faxes, "hombres bicentenarios “, etcétera. La literatura actual de negocios se ha preocupado más por atender y explicar cómo las empresas exitosas han logrado asimilar las nuevas tecnologías que en comprender lo que ocurre en las empresas comunes. Así, muchos emprendedores no logran ver cómo pueden aplicar en sus negocios lo que en tales textos se dice, sencillamente porque hablar de las empresas exitosas es diferente a hablar sobre lo que sucede(rá) con sus negocios: el lenguaje usado para ello, los términos especializados, el tipo de discurso, entre otras cosas, suelen no encajar. En un loable intento no sólo por subrayar la importancia de lo humano dentro de los negocios actuales (pequeños o grandes), sino también por hacer énfasis en los principios que debiera seguir cualquier tipo de negocio, McGraw-Hill Interamericana e Ignacio Orrego Rojo (IGOR) presentan este libro.